Relaciones sociales saludables

En las relaciones sociales es inevitable que exista el conflicto. Es más, el que no existan desacuerdos puede indicar que no expresemos nuestras ideas o que seamos una persona incapaz de poner límites. A medida que interactuamos con otras personas, es normal que surjan desacuerdos y malentendidos. Lo que es importante es cómo manejamos estos conflictos cuando surgen. En este sentido, la resolución de conflictos y el autocontrol son habilidades fundamentales que pueden ayudarnos a manejar mejor los desacuerdos y a construir relaciones más saludables y positivas con los demás.

Técnicas de solución de problema

Existen algunas técnicas como la técnica de solución de problemas de D’Zurilla y Goldfried creada con el objetivo de llegar a una solución a través de la delimitación de una serie de pasos bien definidos.

Paso 1: Orientación al problema

La orientación al problema consiste en normalizar la idea de conflicto, considerándolo como algo normal, algo con lo que debemos convivir. Tras ello se reflexionará sobre cómo percibo el problema.

Paso 2: Definición del problema

A continuación, se explicarán algunos pasos para definir el problema, paso previo a la generación de alternativas. Se aclarará que no es un problema lo que no depende de mí o sobre lo que no puedo ejercer ninguna influencia, y sí son mis problemas lo que depende de uno mismo.

Los pasos a seguir son:

  1. Recopilar información sobre el problema y la situación.
  2. Definir el problema de la manera más objetiva posible
  3. Identificar metas realistas respecto al problema:

Paso 3: Generación de alternativas

  1. “Todo vale”, cualquier alternativa que elijamos puede ser válida.
  2. Es importante generar muchas alternativas para un mismo problema, por ejemplo “10”, será el número mágico.
  3. Las alternativas tienen que ser concretas y distintas.

Paso 4: Selección de alternativas

En este paso se explica una estrategia para elegir la opción más adecuada para el problema que se plantea. Se tendrán en cuenta ciertos criterios:

  1. Deberán eliminarse, en primer lugar, las alternativas completamente irrealizables.
  2. Escoger criterios de elección, teniendo en cuenta tanto aspectos personales y sociales como la utilidad, el esfuerzo, el bienestar… de cada alternativa.
  3. Evaluar cada alternativa según se adecue a los criterios, valorar las consecuencias de cada alternativa a nivel personal y social, y el resto de criterios elegidos.
  4. Finalmente, elegir una o varias de las alternativas.

La habilidad para solucionar problemas de forma independiente puede ser una fuente de refuerzo y de autoestima positiva, facilita la competencia social, la autoeficacia y el autoconcepto positivo. Las personas que carecen de estas habilidades no dan respuestas adecuadas a situaciones concretas, debido a que no han aprendido estrategias generales de afrontamiento, con lo cual fracasan reiteradamente en la consecución de sus objetivos, percibiéndose a sí mismas de forma negativa.

Existe la posibilidad de combinar alternativas para maximizar las ventajas y minimizar los inconvenientes. No obstante, también existe la posibilidad de que la alternativa escogida no tenga los resultados esperados, por lo que tendríamos que volver a probar con otra alternativa

Paso 5: Planificación de la solución

Una vez seleccionada la alternativa o combinación de alternativas, habrá que planificar cómo, cuándo y dónde se pondrán en marcha. Para ello, resultará útil dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿Qué día llevaré a cabo la solución? ¿Hasta qué día durará la puesta en marcha? ¿Cómo lo haré? ¿Necesito algo o la ayuda de alguien?

Estos serían los pasos a realizar para resolver un conflicto, según D’Zurilla y Goldfried.

Ahora bien, ¿Cómo podemos mejorar nuestras habilidades de resolución de conflictos?

A continuación se presentan una serie de pautas para conseguirlo:

  1. Escucha activa: La comunicación es clave para la resolución de conflictos. A menudo, los conflictos surgen debido a malentendidos o una falta de comunicación efectiva. Una forma de mejorar la comunicación es practicar la escucha activa. Esto implica prestar atención a lo que la otra persona está diciendo, hacer preguntas para aclarar cualquier malentendido y resumir lo que se ha dicho para asegurarse de que se entiende correctamente.
  2. Controlar las emociones: Es fácil dejarse llevar por las emociones durante un conflicto. Sin embargo, es importante aprender a controlar las emociones y a mantener la calma. Esto puede ayudar a prevenir que la situación se agrave y permitir una resolución más efectiva del conflicto.
  3. Preguntar y comentar cómo nos sentimos: Pregunta a tus amigos cómo se sienten respecto a la situación. De esta manera les darás la oportunidad de reflexionar sobre el comportamiento que están teniendo, y será más factible que se den cuenta de sus errores y quieran corregirlos. Además, si comunicas lo que te preocupa, facilitará la comunicación y la resolución del conflicto.
  4. Ser respetuoso: Es importante ser respetuoso durante un conflicto. Aunque puede ser difícil, trate de evitar los insultos y los ataques personales. En lugar de ello, trate de centrarse en el problema en cuestión y en cómo puede resolverse.
  5. Practicar la resolución de conflictos: La práctica hace la perfección. Practicar la resolución de conflictos puede ayudar a desarrollar habilidades de autocontrol y resolución de conflictos. Trate de practicar la resolución de conflictos con amigos, familiares o colegas. Practicar puede ayudar a desarrollar la confianza en las habilidades de resolución de conflictos.

Para terminar, podemos concluir que los conflictos forman parte de la vida, y aceptarlos es el primer paso para afrontarlos de manera correcta. Aplicar las técnicas de resolución de conflictos nos ayudan a gestionar, prevenir y transformar los conflictos que aparecen en nuestro día a día. Y para un mayor logro, la comunicación tiene un papel fundamental.

¡Esperamos que os haya sido de ayuda estas pautas!