¿Qué es una relación tóxica?
En la actualidad, se habla mucho acerca de relaciones tóxicas, en especial al referirse a relaciones de pareja en las cuales existe maltrato físico y/o verbal por parte de uno de los miembros de la pareja al otro, no obstante, hay muchos tipos de relaciones tóxicas, no necesariamente solo aquellas en las cuales existe un maltrato más visible o se producen dentro de una relación sentimental. Cualquier relación interpersonal puede serlo, ya sea con un amigo, familiar, compañero de trabajo, etc.
Una relación tóxica es aquella en la cual al menos uno de los integrantes de la misma no ve cubiertas sus necesidades, deseos o derechos. Digo al menos uno, porque puede que ninguno de los miembros de la relación esté cubriendo esas necesidades y deseos, generando esto una amenaza para su bienestar emocional y/o físico y pudiendo acarrear problemas para su salud física y/o mental, de ahí el concepto “tóxico”.
Una relación tóxica es aquella relación en la cual los límites interpersonales de esa relación están generando perturbación en alguna de las partes. Un ejemplo de esto sería una persona que siempre realiza los planes que su pareja elige y no se niega nunca, a pesar de querer hacerlo, por miedo a que su pareja le deje o para “evitar” discusiones, generándole esto mucha perturbación porque siempre ha de ceder ante los deseos de su pareja, aunque no quiera. Como se puede apreciar, en el ejemplo anterior no hay maltrato pero sí cierta sumisión fruto del miedo al al rechazo, por lo que se puede decir que existe una relación tóxica para la persona que cede constantemente a los deseos de su pareja. Esta situación mantenida en el tiempo puede tener consecuencias tales como falta de autoestima, irritabilidad, tristeza, etc.
De lo que se trata es de que esa relación interpersonal nos aporte más de lo que nos reste y nuestro bienestar no se vea resentido por la misma.
¿Cómo detectar una relación tóxica?
Para detectar si estamos o no enfrascados en una de estas relaciones es importante que realicemos una reflexión acerca de la situación actual en la cual nos encontramos en esa relación. Para ello, lo primero que podemos hacer es realizar una lista de lo que estamos dispuestos a realizar y de lo que no en esa relación, es decir, analizar nosotros mismos lo que queremos y lo que no queremos de esa relación. Si nos centramos en una relación de pareja, el ejercicio consistiría en reflexionar acerca de los requisitos que buscamos en una pareja tales como confianza, respeto, no queremos hijos, sí queremos compartir aficiones, etc. Por otro lado, se trataría de realizar otra lista en la cuál apuntemos justo lo contrario, aquello que nunca consentiríamos en una relación. Esta lista puede cambiar con el tiempo, por supuesto, al igual que lo hacemos nosotros, por ello, es importante que nos refiramos al momento presente. Una vez que hemos diseñado esta lista, hemos de pensar si se corresponde con la relación que tenemos actualmente. También puede ayudarnos el que nos hagamos preguntas acerca de cómo es nuestra relación, contestándonos con sinceridad a: ¿soy feliz en esta relación? ¿qué me aporta y qué me resta? ¿cumple con los requisitos que yo espero encontrar?
Si aun así estas reflexiones no nos ayudan, puede resultar útil proyectar nuestra situación en otra persona, es decir, si una persona a la que apreciamos nos cuenta las cuestiones que nosotros vivimos en esa relación, ¿qué le aconsejaríamos? dado que en ocasiones, ver las cosas desde una perspectiva distinta a la nuestra nos permite tomar distancia de la situación y ver las cosas más objetivamente.
Puede ocurrir que si hemos mantenido durante mucho tiempo una dinámica de relación tóxica ni nos demos cuenta de que lo es porque hemos incorporado como “normales” muchas conductas y pautas interpersonales que en un principio no lo eran y que en realidad no lo son. Ante estos casos, hemos de reflexionar un poco más y pensar si esa relación nos está sumando o restando calidad de vida, con independencia de los sentimientos que se tengan hacia la otra persona ya que en muchas ocasiones el amor, la amistad, la necesidad de ser aceptado, el miedo o la obsesión se confunden.
Algunas claves para detectar que una relación es tóxica serían:
- Sentimos que no podemos ser tal y como nosotros somos, sino que nos comportamos de otra manera para agradar a los demás.
- Al menos una de las personas no respeta los límites que la otra persona establece.
- Se tienen demasiadas discusiones y malentendidos que generan malestar.
- Hay faltas de respeto que no son puntuales tales como violencia verbal, física, ignorancia, malas contestaciones, etc.
- Existe control y posesión por parte de al menos una de las partes.
- Sentimiento de que nos manipula la persona.
- Culpa constante.
- La relación no genera bienestar a alguna de las personas inmersas en ella, por la razón que sea.
La explicación del enganche a la toxicidad
A veces las personas no tenemos conductas del todo sanas y saludables para nosotros mismas o para los demás: comemos en exceso llegando a padecer problemas de obesidad, fumamos, engañamos, robamos, etc. No somos perfectos, todos en un momento dado podemos actuar en contra de lo que se considera correcto y en contra de nuestra propia integridad. Pero ¿por qué lo hacemos? Generalmente, las personas realizamos conductas en base al beneficio que recibimos de ellas. Alguien que fuma lo hace porque le alivia en un momento dado, aunque eso le pueda perjudicar su salud a largo plazo. Además, el refuerzo a corto plazo, más inmediato es mucho más potente que el refuerzo a largo plazo, es decir, fumar me reporta un beneficio a corto plazo, el no fumar genera un beneficio más a largo plazo y menos visible que requiere, en un fumador, un esfuerzo, por lo que no es de extrañar que la conducta de fumar se mantenga en el tiempo. Es decir, las conductas perjudiciales nos proporcionan un beneficio muy potente que mantienen que esa conducta se mantenga en el tiempo, por eso las realizamos.
El estar enganchando a una relación tóxica es un ejemplo de conductas perjudicial mantenida. Un ejemplo de ello sería una persona que se siente sola que tiene una amistad con una persona que la humilla, metiéndose con su físico y personalidad. La persona que se siente sola aguanta las humillaciones porque esa relación permite que se sienta menos sola. Al estar acompañada por esa “amiga” se siente menos sola, aunque también se sienta humillada o vejada. Hay un reforzador que mantiene esa relación por lo que aunque crea sufrimiento y malestar no se deja ni se cambia.
¿Cómo salir de una relación tóxica?
En algunas ocasiones la solución pasa por hablar con la otra persona acerca de cómo percibimos la relación, cómo nos sentimos y qué esperamos que cambie de la misma para sentirnos a gusto, para que en vez de tanto sufrimiento, la relación sea sana y nos cree bienestar. En algunos casos, la dinámica de la misma cambia porque las dos personas toman conciencia y tratan de buscar el cambio para que la relación sea satisfactoria, pero en otras ocasiones esto no sucede y lo que ocurre a la larga es que una de las personas sufre mucho pudiendo ocasionarle problemas de ansiedad, dificultades para dormir, falta de apetito o apetito voraz, irritabilidad, problemas de autoestima, depresión, etc. Si sentimos que no todo esto sucede y que no podemos salir de esta relación a pesar de intentarlo o la otra persona nos amenaza en caso de hacerlo, hemos de buscar ayuda a las personas de nuestro alrededor, siendo aconsejable también buscar ayuda profesional, en este caso, lo más idóneo sería buscar ayuda psicológica.
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